
martes, 18 de enero de 2011
Las Cosas que No nos Dijimos
-No, déjalo, de verdad, no merece la pena. Es tanto más fácil seguir lamentándose, lloriqueando sobre lo que podría haber sido y no fue. Ya estoy oyendo todo el blablablá típico en estos casos, "el destino lo quiso de otra manera, qué le vamos a hacer", por no hablar de "todo es culpa mia". Después de todo, vivir en un drama es una manera de existir como otra cualquiera. 

You're original, cannot be replaced
Ni mucho menos más sabia.

La sabiduría está sobrevalorada. Enemiga acérrima del exceso y la precipitación, se nos presenta como la llave que nos abrirá las puertas de cuanto es verdad, correcto y equilibrado. Si la intemperancia ni la impulsividad, no obstante, resultaría del todo innecesaria y, de hecho, sólo se adquiere a partir del comportamiento errático. Tanto es así que, si aspiras a ser sabio algún día, es indispensable pasarse la vida haciendo estupideces.
Todos caemos.

Se dice que caes en las redes del amor por algo. Como una piel de plátano de una de esas películas mudas, el amor puede hacerte resbalar y caer de culo cuando menos te lo esperas. Entonces, o bien te levantas de un brinco, impertérrito, o bien te quedas paralizado. Sea como fuere, ya siempre llevarás ese recuerdo contigo. El futuro dirá si es una pequeña cicatriz o una lesión permanente lo que te deja.
lunes, 10 de enero de 2011
Ho voglia di te
Entonces voy a buscar esa película en blanco y negro que ha durado dos años. Toda una vida. Esas noches pasadas en el sofá. Lejos. Sin conseguir darme una explicación. Arañándome las mejillas, pidiendo ayuda a las estrellas. Fuera, en el balcón, fumando un cigarrillo. Siguiendo después ese humo hacia el cielo, arriba, más arriba, más aún... Allí, donde precisamente habíamos estado nosotros. Cuántas veces he nadado en ese mar nocturno, me he perdido en ese cielo azul, llevado por los efluvios del alcohol, por la esperanza de encontrarla otra vez. Arriba y abajo, sin tregua. Por Hydra, Perseo, Andrómeda... Y abajo, hasta llegar a Casiopea. La primera estrella a la derecha y después todo recto, hasta la mañana. Y otras muchas. Y a todas les preguntaba: <<¿La habéis visto? Por favor... He perdido mi estrella. Mi isla, que no existe. ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? ¿Con quién?>>. Y a mi alrededor, ese silencio de esas estrellas entrometidas. El ruído molesto de mis lágrimas agotadas. Y yo, estúpido, buscando y esperando encontrar una respuesta. Dadme un porqué, un simple porqué, cualquier porqué. Pero qué idiota. Ya se sabe. Cuando un amor se acaba se puede encontrar todo, excepto un porqué.


Miénteme
sábado, 8 de enero de 2011
Complejo de superioridad.

Las malas noticias son buenas noticias. Pocas cosas hay que nos satisfagan tanto como la humillación de aquellos a quienes detestamos, o admiramos, o a quienes incluso ni tan siquiera conocemos. Devoramos la noticia igual que la escandalosa crónica de un tabloide, una fotografía "sin maquillaje" o incluso un nimio cotilleo local. Nada vende tanto como el fracaso.
jueves, 6 de enero de 2011
En zona prohibida
Nos gusta pensar que hay cosas que jamás haríamos. Principios que nos dictamos para que nos guíen por el camino, incluso en los tramos más arduos. No obstante, y dependiendo de lo que esté en juego, es posible que nos descubramos pensando y actuando de una forma que jamás habríamos imaginado ser capaces. Resulta harto sencillo trazar una línea en la arena, pero a veces cuesta encontrarla cuando el viento empieza a soplar.
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miércoles, 5 de enero de 2011
Vidas pasadas

Existen muchas clases de fantasmas, no todos sobre naturales. Desde los álbumes de fotos a las cartas de amor, el recuerdo de las elecciones erradas, promesas incumplidas, amores perdidos y sueños rotos pueden, en ocasiones, rondarle a un durante mucho más tiempo que el relumbre de la satisfacción de nuestros mayores logros. Qué duda cabe que el más temible de los acechos es al que nos someten nuestros propios fantasmas.
Me quiere, no me quiere

Si quienes fueron amantes siguen siendo amigos, o todavía están enamorados o bien es que nunca lo estuvieron. Nos sentimos atraídos hacia otras personas por razones de toda índole; con todo, la mente humana puede, en ocasiones, calificar los sentimientos de románticos por no hallarles otro sentido en un momento determinado. La verdad es que cabe la posibilidad de que las personas hacia las que más nos sentimos atraídas puedan no estar ahí con fines amorosos sino, antes al contrario, ser presencias capaces de infundir cambios, alteraciones en nuestra vida, que se nos presentan por el camino por razones que todavía no alcanzamos a comprender.
sábado, 1 de enero de 2011
El tiempo

Una cosa de gran importancia puede afectar a un pequeño número de personas. De igual modo una cosa de escasa importancia puede afectar a una multitud. Sea como fuere, un suceso -ya sea grande o pequeño- puede afectar a toda una cadena de personas. Los sucesos nos pueden unir. Como pueden ver, estamos hechos de lo mismo. Cuando ocurre algo, se desencadena una reacción en nuestro interior que nos hermana con una situación, con otras personas, iluminándonos y uniéndonos como lucecitas en un árbol de Navidad, enroscadas y retorcidas, pero así y todo conectadas en un cable. Unas se apagan, otras titilan, otras arden con fuerza y brillo, y sin embargo todos estamos en la misma ristra.
Una lección halla el denominador común y nos une a todos, como una cadena. Del extremo de esa cadena pende un reloj, y la esfera de ese reloj refleja el paso del tiempo. Lo oímos, oímos el leve tictac que rompe el silencio, y lo vemos, pero a menudo no lo sentimos. Cada segundo deja su marca en la vida de cada persona; viene y va, desapareciendo calladamente, sin fanfarria, desvaneciéndose en el aire . Si el tiempo es suficiente, sentimos calor,; cuando nuestro tiempo se agota, también nos deja fríos. El tiempo es más precioso que el oro, más precioso que los diamantes, más precioso que el petróleo o cualquier otro tesoro valioso. Nunca tenemos bastante tiempo, el tiempo desata la guerra en nuestro corazón, así que tenemos que saber gastarlo. El tiempo no se puede envolver ni adornar con un lazo, no se puede dejar bajo el árbol la mañana de Navidad.
El tiempo no se puede regalar. Pero se puede compartir.
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